Cuando Celia estaba en la panza de mamá, miles de millones de células se juntaron para ponerse a trabajar.
Con el tiempo formaron sus manitas y cada uno de sus dedos.
… Un corazón que latía con fuerza y un par de ojos para descubrir al mundo.
Celia llegó al mundo y las células se quedaron con ella.
Y llegaron hasta los brazos de su mamá y su papá.
La acompañaron y la ayudaron en sus primeras noches… y sus primeros días.
Aprendieron a dormir y soñar.
Juntos dijeron sus primeras palabras.
Sintieron comezón cuando llegó el primer diente.
Y emoción cuando Celia logró dar sus primeros pasos.
Las células han estado con ella, en cada día y en cada momento.
Para ayudarla a crecer más sana y fuerte.
Las células también no sólo cuidan de Celia, ¡también de ti!
Porque tú también tienes miles de millones de células.
Para que las células no dejen de cuidar de ti y de tu cuerpo.
Necesitan de toda tu ayuda.
Una zanahoria, una fresa o una frambuesa.
Algo con pollito, un poquito de puré o limón.
En el desayuno o en el almuerzo…
La comida ayuda a las células a vivir mejor.
Come tres veces al día y no olvides dos veces la colación.
¡Cuida a tus células como ellas cuidan de ti!